La mejor forma de conocer el parque es a pie. Los visitantes, que cada año rondan los 7.000, pueden caminar entre avellanos, árboles frutales silvestres, laureles, acebos, madroños, robles, chopos, fresnos, alisos, castaños, abedules, tejos, alcornoques, más de 20 especies de helechos y más de 200 de líquenes que crecen en la ribera del río. Durante su paseo, también pueden encontrar ardillas, búhos, zorros, ciervos, y/o jabalíes, que forman parte de la fauna del lugar que cuenta con 126 especies de vertebrados, 15 de anfibios, 14 de reptiles y hasta ocho especies de peces.
Galicia se considera un espacio verde. Y, en este lugar, se aglutinan los diferentes verdes que caracterizan a esta comunidad. Y es que, en algunos tramos, la vegetación es tan tupida que apenas deja pasar la luz. Además, escondido en el corazón del bosque, se encuentra el monasterio de Caaveiro, un antiguo cenobio con más de 10 siglos de historia y unas vistas espectaculares de esta "fraga" mágica.
Las laderas, en algunos puntos de hasta 300 metros de desnivel, conservan el manto vegetal original de los bosques atlánticos. El Río Eume es un río corto (80 km), que nace en la «Serra do Xistral«, en la Parroquia de Montouto, dentro del municipio de Abadín, provincia de Lugo. Circula por Galicia en las provincias de Lugo y La Coruña y atraviesa Las Fragas por un cañón. Hundido entre gargantas y envuelto en brumas, el Eume serpentea entre laderas, pasando bajo el Monasterio de San Juan de Caaveiro y trazando varios meandros hasta que su cauce se abre en la Marisma del Eume. En el camino, su paso es entorpecido por pequeñas represas (Santa Cristina, A Figueira, Cal Grande) y atravesado por tres puentes, dos de ellos colgantes (Santa Cristina, Fornelos y Cal Grande). Dos de las rutas de senderismo más emblemáticas del Parque Natural, la Senda dos Encomendeiros y el Camiño da Ventureira, discurren por ambos márgenes del río y pasan por múltiples lugares de pescadores. Al mismo tiempo que abandona Las Fragas, desemboca en el Océano Atlántico. Lo hace en la Ría de Ares, en el Gran Golfo Ártabro, entre los municipios de Pontedeume y Cabanas, de los cuales es frontera natural.
El Parque tiene establecidos cuatro portales de acceso, sin comunicación entre ellos. El más visitado es el que fija como destino el monasterio de Caaveiro. Las laderas inclinadas sólo permiten esta entrada siguiendo el curso del río a través del coto pesquero de Ombre, a diez kilómetros de Pontedeume. Desde el refugio de pescadores de Cal Grande parten los itinerarios a través del bosque.
En la temporada de verano el paso con vehículos particulares está restringido pero se puede llegar hasta el monasterio en trasporte colectivo, que deja a los visitantes a quince minutos andando del monasterio de San Xoán de Caaveiro, recientemente rehabilitado. Todo un monumento de arte románico en plena naturaleza con vistas panorámicas a la frondosidad de la fraga y al cielo. La entrada es gratuita con visita guiada, generalmente en turnos de 45 minutos.
Para consultar los horarios:
Centro de Recepción de Visitantes do Portal de Caaveiro.
En el Km 5 de la carretera Ombre-Caaveiro. Teléfono: 981432528.
Centro de Recepción de Visitantes do Portal de Monfero
Carretera DP-5003 s/n, frente al Mosteiro de Monfero. Teléfono: 881063992.
Cuenta la leyenda que ,cuando Dios creó el Eume, nació con el dos ríos más en la Serra do Xistral, el Landró y el Masma. Dios les prometió a los tres que, al primero que llegase al mar le daría la vida de un hombre todos los años como ofrenda. Los tres ríos pactaron que recorrerían juntos el camino y llegarían al mismo tiempo. En algún lugar, cansados de su viaje, decidieron descansar y dormir un poco. El Landró despertó primero y traicionando a los otros dos emprendió el viaje hacia Vivero, en el Mar Cantábrico. El Masma, al abrir los ojos y comprobar que faltaba uno, abandonó también el lugar en dirección norte, dirigiéndose a Foz. El Eume, al despertar y verse solo y traicionado, se enfureció y embravecido, emprendió el viaje hacia el oeste. Saltó todo lo que se le interpuso en el camino, labrando un cauce salvaje y agreste, formando un profundo cañón con saltos y gargantas esculpidas en piedra en el último reducto europeo de bosque atlántico. Y así llegó al Océano Atlántico, antes que los dos traidores. Éstos quedaron relegados a “ríos menores” y el Eume, año tras año, se llevaba la vida de algún hombre víctima de la bravura de sus aguas.
Albatros Alojamiento Pontedeume
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